¿Mentimos más por Internet que en persona? Algunos estudios de psicólogos sociales y especialistas de la comunicación abalan que las personas solemos recurrir a dar más información falsa sobre nuestra vida a distancia que en el cara a cara.
El estudio más destacable sobre este tema es el que realizó el investigador de comunicación Jeff Hancock en 2004. En él, su equipo evaluó a 28 estudiantes preguntándoles la cantidad de interacciones sociales que habían tenido en persona, por teléfono, por mensajería instantánea y por correo electrónico durante la última semana.
Los participantes de la investigación también debían informar de las veces que habían mentido en cada caso. En esa época, la mayoría coincidió en admitir que mentía más vía telefónica y menos por correo electrónico .
Según el ‘modelo basado en características’ de Hancock, los aspectos específicos de una tecnología predicen dónde tiende a mentir más la gente. Es decir, si las personas pueden comunicarse de un lado a otro sin problemas, si los mensajes son fugaces y si los comunicadores se encuentran distanciados, sueltan más mentiras.
De este modo, la razón por la que las personas mentían menos en el correo electrónico era que no podían interactuar de manera sincrónica y los mensajes no eran momentáneos . Sin embargo, las conversaciones mediante tecnología , es decir, por teléfono, eran en las que más mentiras había.
Este estudio se llevó a cabo mucho antes de que las redes sociales se convirtiesen en el pan de cada día, por lo tanto, cabe esperar que los resultados cambiasen con el paso de los años. Por ello, en un nuevo estudio sobre el tema que se ha realizado recientemente ha supuesto que existan nuevas conclusiones.
El segundo estudio evaluó a 250 personas, muchas más que en el estudio de Hancock. En este caso, los participantes también registraron sus interacciones sociales cara a cara, por redes sociales, por llamada, por mensajes de texto, por videollamadas y por correo electrónico de los últimos siete días. Y, del mismo modo, apuntaron las mentiras que habían dado en cada uno de los casos.
Los resultados coincidieron con el primer estudio en que la mayoría mentía más por medios sincrónicos y sin registros, como vídeo chat o llamadas telefónicas. Además, el sitio en el que menos mentían era el correo electrónico. A pesar de ello, las diferencias entre las distintas formas de comunicación eran mínimas.
Mediante estas conclusiones del segundo estudio, se confirmó el modelo basado en características de Hancock. El paso del tiempo no ha supuesto un cambio considerable en las formas de mentir de la sociedad, que prefiere recurrir a métodos de comunicación fugaces y a distancia para ser menos sinceros.
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