El síndrome de hikikomori es un trastorno psicopatológico y sociológico en el que personas que lo padecen se aíslan socialmente de manera voluntaria, no salen da casa -e incluso de su habitación- más que para lo imprescindible, dejando de lado cualquier tipo de compromiso social, ya sea con sus amigos, familiares e incluso llegan a abandonar educación y empleo. Esto puede tener graves consecuencias para su salud, tanto física como mental.
Aunque este término se acuñó por primera vez en Japón hace dos décadas, y allí y en otros países asiáticos tiene bastante prevalencia (un 1,9 % de la población), en los últimos años se ha descubierto que se trata de un fenómeno global que afecta a varios países occidentales, como España, Italia o Estados Unidos, donde cada vez se diagnostican más casos, sobre todo tras la irrupción del coronavirus . En España se conoce también como el síndrome de la puerta cerrada.
¿Cómo son las personas con el síndrome de hikikomori?
El hikikomori es un trastorno que afecta especialmente a jóvenes varones, aunque también existen personas de mayor edad y mujeres. Se trata de jóvenes que deciden, de manera voluntaria, abandonar la sociedad y aislarse en su casa o su habitación para evitar cualquier contacto social. Su vida suele girar en torno a las nuevas tecnologías, Internet, videojuegos … Los afectados por este síndrome no tienen nada que ver con los que padecen agorafobia, pues estos últimos no rechazan las relaciones sociales, sino que tienen miedo de salir a la calle.
El psiquiatra japonés Tamaki Saito, que se refirió al trastorno por primera vez en 1998 en su libro “Sakateki hikikomori, una adolescencia sin fin”, lo definía provisionalmente como “aquellos que se retiran completamente de la sociedad y permanecen en sus propias casas durante un periodo mayor a 6 meses, con un inicio en la última mitad de los 20 años y para quienes esta condición no se explica mejor por otro trastorno psiquiátrico”.
Dos décadas después, el concepto ha evolucionado mucho y se considera algo más complejo. De hecho, la mayoría de los casos descritos duran una media de 39 meses y se han descrito casos de hasta 30 años de duración.
Las características de estas personas también son complejas, aunque a grandes rasgos, las personas son hikikomori, se caracterizan por:
•Suelen ser varones jóvenes.
•Rechazan por la vida social, q ue les lleva a permanecer la mayor parte del tiempo en casa o en su habitación.
•Rechazan a acudir a sus actividades laborales, académicas o sociales.
•Suelen tener baja autoestima y una personalidad depresiva.
•Padecen insomnio y horarios alterados , pues suelen estar más activos por la noche.
•Descuidan la higiene, el orden y la alimentación.
•Escapan de la realidad a un mundo cerrado o virtual porque en el mundo real tienen miedo al rechazo o a la crítica.
•Residen en países de elevados ingresos.
Este trastorno también tiene distintos grados y tipos. Algunos autores incluso los clasifican en pre-hikikomori -sale al colegio o la universidad, pero evitando cualquier tipo de relación social-, Hikikomori social -que rechaza el trabajo y los estudios, pero mantiene algunas relaciones sociales, solo través de internet; y Tachisukumi-gata, que presenta una fobia social muy marcada y se siente paralizado por el miedo.
A largo plazo, esta r eclusión voluntaria puede provocar importantes sobre la salud, tanto física como mental, como anemias, fragilidad en las articulaciones, llagas… y a nivel psicológico, depresiones, inseguridad, culpabilidad, etc.
Qué provoca el síndrome de hikikomori
Otro tema controvertido son las causas de este trastorno, pues lo que en un principio se asoció al abuso de las nuevas tecnologías, hoy se sabe que su origen es muy complejo y, más que de causas, se habla de predisposición, como se apunta este artículo de Mario de la Calle real y María José Muñoz Algar publicado en la Revista de la Asociación Española de neuropsiquiatría . Al iniciarse y ser mucho más prevalente en Japón, se asoció a la rigidez y a la exigencia de una sociedad como la japonesa, que lleva a aislarse socialmente a los que consideran que no cumplen con las expectativas. También se asocia a unas sociedades cada más individualistas y competitivas, cambios en la estructura económica, etc. También se ha asociado a una serie de factores que predisponen a padecerla, como:
•Tener una personalidad muy tímida y retraída.
•Haber sufrido algún de trauma infantil , como acoso escolar o haber crecido en una familia disfuncional
•Haber sufrido una sobreprotección por parte de la familia , que los padres tengan elevadas expectativas sobre los hijos, la presión académica…
• Padecer de antemano algún trastorno mental o psiquiátrico, como trastornos psicóticos, ansiedad o trastornos afectivos.
•El abuso de las nuevas tecnologías. No son la razón por las que las personas deciden aislarse en casa, pero se lo pone más fácil al que tiene predisposición a padecer este trastorno.
¿Cómo se trata?
El abordaje de este trastorno también es complejo, sobre todo porque es raro que sean las propias personas las que pidan ayuda. Esto, además de complicar al tratamiento, hace que se trate de un trastorno todavía muy infradiagnosticado. En Japón, por ejemplo, que aconsejan tratamientos más conversadores, se aboga por ‘captar’ a estos pacientes a través de las redes sociales y ayudarles, en un principio, en remoto, mientras que en Europa se aboga más por ‘empujarles’ a salir a la calle y relacionarse para comenzar el tratamiento. En este sentido, existe, por ejemplo, la revista Hikipos , creada por un grupo de exhikikomoris. En ella, expresan sus inquietudes, por un lado, para concienciar a la sociedad sobre este problema y, por otro, para atraer a posibles hikikomoris e invitarles a pedir ayuda.
Una vez piden ayuda, el abordaje debe se multidisciplinar y combinar las terapias psicológicas y medicación con distintos enfoques:
•Terapéuticos : Los pacientes con hikikomoris requerirán en muchos casos fármacos, e incluso ingresos hospitalarios, algo que deberá combinarse con psicoterapia.
•Sociales: Actividades grupales y de apoyo que ayuden a los pacientes a reintegrarse en la sociedad de manera gradual.
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